La escuela de Filosofía Nueva Acrópolis de Sabadell, tuvo el placer de recibir en su sede a los compañeros del grupo Urania de Barcelona.
Este grupo, creado hace más de veinte años en la sede de Barcelona, se especializa en astronomía, y tiene por objetivo el estudio del espacio sideral en toda su plenitud: desde los movimientos de la Tierra y los otros planetas vecinos dentro del Sistema Solar, pasando por las constelaciones y los cúmulos de estrellas dentro y fuera de la Vía Láctea, hasta llegar a los agujeros negros, gigantes rojas y supercúmulos de galaxias del Universo.
En esta conferencia, pudimos gozar de una visita guiada intergaláctica en la que pudimos conocer un poco mejor la situación de nuestro Sistema Solar dentro de la Vía Láctea: en cuál de sus brazos nos encontramos, cuáles son nuestros sistemas vecinos, e incluso el gran agujero negro que se encuentra en su centro.
Pudimos aprender cómo nacen y mueren las estrellas, los cúmulos más importantes, y cuál será su futuro. O cómo se fusionará la Vía Láctea con su vecina, la galaxia de Andrómeda, para formar así una nueva galaxia dentro de millones de millones de años.
Para acabar, hicimos un “zoom” desde nuestro pequeño planeta hasta los confines del Universo conocido, dándonos cuenta de nuestra pequeñez y de nuestra poca relevancia dentro del gran escenario de la creación.
Mas no hay que olvidar que la nuestra es una escuela de Filosofía, donde todos los temas que tratamos tienen siempre un contexto filosófico de fondo, que nos ayuda a mejorarnos para así ayudar a aquellos que nos rodean y contribuir a un mundo mejor.
Así pues, el estudio de la astronomía tiene que ayudarnos a comprender que la Tierra, el Sistema Solar y la Vía Láctea son partes de un gran ser vivo que llamamos Universo, un todo que se encuentra en constante transformación y cambio, si bien en una escala tan grande que a duras penas podemos percibir.
Así como la Tierra forma parte de este conjunto, todos nosotros también formamos parte de él, y por lo tanto no podemos olvidar esta conexión que compartimos todos los seres humanos con nuestro planeta, ni tampoco la responsabilidad, empatía y compasión que merecen todas las personas que nos rodean y a la madre naturaleza que nos permite vivir en sus recovecos.
Y, por supuesto, si nuestra Tierra es una molécula invisible de agua dentro del gran océano del Universo, todos y cada uno de nosotros somos igual de pequeños en comparación con la Tierra; y esta es otra lección de humildad que no nos vendría nada mal tener presente.