La luz generosa de Hipatia de Alejandría, embajadora de la sabiduría, iluminó el «Día Internacional de la Mujer», celebrado con una charla en la Escuela Nueva Acrópolis Barcelona. En este encuentro, conocimos algunas de las ideas, los valores y el ejemplo de dignidad humana de esta gran filósofa.
La ciudad de Alejandría
A través de esta actividad, nos trasladamos a la bella, pero convulsa Alejandría del siglo IV, ciudad egipcia fundada por Alejandro Magno en el año 331 a. C. Situada en una estratégica región portuaria, Alejandría se convirtió, en pocos años, en el epicentro cultural e intelectual del Imperio Romano. Albergaba grandes palacios y edificios emblemáticos como el célebre Museo, un santuario dedicado a las musas —diosas de las artes y las ciencias—, y el imponente Faro de Alejandría, una de las estructuras más altas construidas por el ser humano durante siglos, incluido en la lista de las siete maravillas del mundo antiguo.
Aunque muchas ciudades del mundo antiguo poseían bibliotecas, el proyecto alejandrino fue mucho más ambicioso: reunir todo el conocimiento del mundo en un solo lugar. Para eso, el puerto de la ciudad confiscaba los papiros de cada barco que atracaba, devolvía una copia para el propietario y guardaba el original. Así, ese mítico acervo se construyó papiro a papiro.
Hipatia: el faro de Alejandría
Hipatia fue una estrella brillante en el cielo nocturno, que iluminó a sus discípulos con su poderoso fulgor, antes de que la intolerancia y el fanatismo arrojaran a Occidente a un largo periodo de oscuridad, la Edad Media. La historia, que es reescrita cuando recuperamos los acontecimientos y a los personajes silenciados, nos permite aprender de los errores del pasado para no repetirlos hoy, y así también, corregir deudas históricas.
Más allá de sus enseñanzas filosóficas y textos científicos, la recta acción, la humildad y la dignidad de esa mujer extraordinaria, son su testamento. El legado del que todavía hoy podemos aprender.
En el interior de todos nosotros hay un deseo de paz. Formamos parte de una gran humanidad, más allá de las diferencias étnicas, culturales o religiosas. Hay un hilo invisible que une a todos los seres humanos.
Celebremos a todas las mujeres de la historia, generadoras de vida y de sabiduría. El ejemplo de grandes almas, como el de Hipatia, es hoy un faro que nos guía, tan brillante como lo fue en su día el de Alejandría.