En su última reunión, los miembros entusiastas del club de lectura Los Clásicos No Muerden han compartido sus reflexiones sobre un gran clásico de la mitología: El héroe de las mil caras, del mitólogo y profesor estadounidense Joseph Campbell. Una obra que compila, organiza, articula e interpreta una plétora de símbolos del arquetipo del héroe presentes en mitos, tradiciones, fábulas y sueños de la cultura universal de todos los tiempos.
A través de un rigoroso y profundo estudio, la obra apunta que todas las culturas, no importa lo lejanas y diferentes entre sí que sean por ubicación o época, comparten una historia que se repite de manera constante: el viaje del héroe. En este sentido, el héroe emprende un viaje donde recorre y supera una serie de desafíos que resultarán en crecimiento y transformación para sí y para los demás.
Joseph Campbell reconoce este patrón narrativo común al cual le denominará “el monomito”, cuya estructura se divide en tres etapas, cada cual con sus correspondientes subdivisiones.
Así, el viaje empieza por la partida o separación, en la que el héroe es convocado a abandonar el mundo ordinario en el que se encuentra para adentrarse en un mundo mágico y desconocido para
él. La segunda etapa sería la iniciación, en la que el héroe ha aceptado el reto, ha cruzado el umbral, ha dejado completamente atrás el mundo conocido y debe enfrentarse a una serie de desafíos que pondrán a prueba su fortaleza y determinación, culminando en una transformación profunda de su ser. Y la última etapa sería el retorno, donde el héroe, una vez transformado, regresa al punto de partida llevando consigo la recompensa, una nueva visión más profunda de la vida. Y, en un acto de amor hacia sus semejantes, busca compartir conocimientos y experiencias adquiridas durante su viaje.
Es así como, haciendo una analogía con nuestras vidas, podemos pensar en el viaje del héroe como un movimiento natural del ser humano, externa e internamente, un camino de purificación donde se experimentan repetidas muertes, dejando atrás limitaciones y concepciones infantiles, acompañadas de constantes renacimientos para una mayor toma de conciencia y comprensión de la condición humana.
De tal suerte, el mensaje que podemos extraer de esta magnífica obra es que, a lo largo de nuestras vidas, todos experimentamos, en más de una oportunidad, el llamamiento a vivir este viaje arquetípico. Una invitación continua que nos ofrece la vida de dejar atrás una forma de pensar, sentir y actuar para abrazar una nueva y mejorada versión de nosotros mismos, dando un sentido renovado a nuestras vidas y haciendo, en nuestra medida, un verdadero bien al mundo que nos rodea.
Sin duda alguna, una excelente lectura, muy recomendable para todos los amantes de la mitología y del desarrollo humano.