El club de lectura Los Clásicos No Muerden de Nueva Acrópolis Barcelona tuvo un encuentro para comentar Los cuatro libros, de Confucio y, en especial, qué dijo sobre las virtudes.
Confucio no fue un fundador de religión ni un profeta. Fue un gran legislador, un moralista admirable y un filosófo. Su obra no consistió principalmente en crear, sino en reunir y plasmar en un cuerpo de doctrina lo mejor que su milenaria patria había ofrecido en enseñanzas escritas. El mérito sobresaliente, entre otros, fue estudiar a fondo los libros más importantes de su país, aquellos que estaban escritos en tabletas de bambú, mordidos por la niebla de lo misterioso y de lo irreal, tras limpiarlos y tamizarlos a través de su razón poderosa, para convertirlos en una exégesis particularmente humana y sensata.
Durante la sesión, cada participante comentó la idea o máxima que había seleccionado para compartir y reflexionar sobre ella; también se estableció una comparación con la virtud según la interpretación de Aristóteles, así como con la felicidad y el justo medio y, por último, la coincidencia temporal de Sócrates, Buda y Confucio en una época cercana entre ellos.
Una de las conclusiones a las que se llegó en esta sesión fue que Confucio nos sirve de referencia para demostrar que las virtudes no las inventa el ser humano, sino que aparecen naturalmente, mediante la afloración de una armonía interior en relación con nuestro entorno.
Estos encuentros del club de lectura sirven para ampliar, profundizar y compartir reflexiones sobre obras que forman parte del programa de estudios, de modo que se puedan extraer también herramientas prácticas y lograr, a su vez, una mayor comprensión de las mismas.