En junio, los voluntarios del Taller Fidias de Nueva Acrópolis Barcelona nos llevaron a todos por un viaje que partía de Mesopotamia, con paradas en Egipto y Grecia y terminaba en Roma, presentándonos cómo el arte de la escultura de esas civilizaciones representa un camino de conocimiento de la vida y del ser humano.

El ser humano es parte de la naturaleza. Es un microcosmos que refleja las grandes leyes, como por ejemplo la ley de correspondencia del Kybalión: “Así como es arriba, es abajo”, tal como nos recordaba Óscar, uno de los ponentes.

En Mesopotamia 

Arturo ha hecho un recorrido por los cuatro mil años de esa cultura.

Ciudades como Ur o Babilonia han sido escenario de esculturas donde la conexión con lo divino se reflejaba directamente en este tipo de expresión artística. Desde las manos, a la altura del corazón, o los ojos, expresivos y grandes, vemos una serie de imágenes serenas y devocionales.

Una curiosidad son los sellos devocionales, como, por ejemplo, el dedicado a la diosa Ishtar, donde el león, la masa, sus alas y el cuerpo desnudo, demuestran la gran fuerza y poder que esa representación de la diosa tenía en esa civilización.

Llegamos a Egipto

Ahora, guiados por Augusto en los misterios de la civilización egipcia, en lo que se refiere al arte de la escultura, parece ser que han llegado a la perfección.

Los símbolos, aun sin tener forma antropomorfa, representan al ser humano, como, por ejemplo, el Ank (llave de la vida y de los misterios), que sí estiliza el cuerpo humano, e intuimos que justamente en el interior de todos nosotros es donde están estos misterios para ser descubiertos. El Tjet representa la columna de la estabilidad que todo egipcio debería plasmar.

¿Cómo entendían los egipcios a los dioses? Fuerzas de la naturaleza que ellos representaban con la forma antropomorfa o en forma de animales.

La diosa Maat 

Diosa en forma de mujer sagrada, símbolo de la fertilidad, del orden, de la justicia; básicamente, el arquetipo del sentido más elevado de la vida al que un egipcio podía aspirar. En el momento del juicio del alma, la pluma de Maat sería el contrapeso al corazón de esa alma (el corazón como símbolo de la consciencia) en la báscula que Anubis controlaba. De ese juicio dependía si el alma iría al “paraíso” o volvería a encarnar en la tierra.

La perfección en forma de estatua

La estatua sedente de Kefrén, en piedra de diorita, una de las más duras en la escala de dureza de los minerales, es considerada una de las esculturas más perfectas de esa civilización.

Paramos para observar al griego Discóbolo

Pilar nos invitó a todos a observar la imagen de la reproducción en mármol del Discóbolo, y a leer el mensaje simbólico que nos quiere transmitir. Valores como verticalidad, introspección, pureza, sencillez y simetría, que nos inspiran en la búsqueda de la belleza.

Entre las diferentes ciudades-Estado griegas encontramos un espíritu común, el deseo de reflejar el arquetipo divino en la imagen del ser humano. Sin jamás parar en el tiempo, han probado muchos métodos de hacerlo en diferentes etapas, que podemos clasificar como arcaica, clásica y helenística.

La desnudez del cuerpo representa la desnudez del alma, armónica, bella y equilibrada.

En la época clásica, los valores destacados en las estatuas son la fortaleza, la fuerza física y el esfuerzo que debemos mantener en la plasmación de las ideas.

Fidias, gran escultor griego, crea la técnica de los paños mojados, que era un relieve especial y que consiste en representar las transparencias del cuerpo humano producidas cuando la ropa está mojada.

En la época helenística se establecen los cánones griegos, que son ciertos preceptos, que hacen referencia a un modelo de características perfectas que los griegos plasmaban en las esculturas para inspirarnos a vivirlo en nuestro interior.

La parada final del viaje, la Roma republicana y la Roma imperial

En la expansión de la Roma republicana, nos explicaba Antonio, los romanos absorbían la cultura de sus conquistas. Aprendieron de los griegos, replicando sus estatuas en piedra, ya que las originales eran convertidas en armas de guerra por ser de bronce. Pero una vez aprendidos los cánones griegos, elevaron el arte de la escultura al “retrato realista”, que consiste en representar al ser humano, ciudadano del Estado romano, el que vivía las virtudes cardinales.

César Augusto revolucionó el arte y lo utilizó como motor político imperial, en lo que se llamó la marmorización del imperio, con el culto al emperador, uniendo los cánones con la representación real del césar, dándole atributos divinos.

“Conténtate con parecer con lo que realmente eres”
Marco Aurelio da la pauta que no debemos perder de vista.

 

Concluyendo la charla, Cecilia señaló los puntos en común de todas las civilizaciones del arte escultórico que siempre nos eleva, que nos conecta con algo que es más grande que nosotros, que verticaliza nuestras actitudes y nos señala la necesidad de plasmar un camino de conocimiento del ser humano.