Un aniversario es un año más de permanencia. En esta ocasión tan especial la mitología, la música y el teatro han sido los portadores de grandes regalos a todos los que han participado de la fiesta. Además, este año se recibía a un invitado muy especial, el querido fundador de Nueva Acrópolis Barcelona, Javier Saura, que, en una conversación relajada, pero muy profunda, emocionó a todos con historias y anécdotas de aquellos años donde comenzaba la creación de una nueva sede.
Una de las actuaciones principales fue la representación teatral del mito de la fundación de Barcelona, en la que Hércules y Hermes fueron protagonistas. En dicha historia se pudo comprender que los mitos guardan verdades atemporales, enseñanzas que sirven a un griego del 230 a. C., a un romano del siglo I, o a un filósofo de hoy, sea latino, ruso, catalán o de cualquier otro origen.
Desde el principio del Imperio romano tenemos registros de cambios, disputas y conflictos por la ciudad condal, pero, más allá de la historia, está el sentido de una ciudad.
El ambiente de reencuentro en el pasado que se repite en el presente, las pequeñas o grandes tempestades que nos mueven de nuestras ciudades de origen, de países, y muchas veces a otros continentes, pueden ser trascendidas en esa pequeña semilla de la Acrópolis que algún día veremos grande y sin límites, abarcando todos los lugares, recibiendo y reuniendo a todos en una única gran familia humana en un clima de buena convivencia.
Y aunque todavía quede mucho por hacer para lograr plasmarlo en todo el mundo, en la fiesta del aniversario sí pudimos disfrutar de una cena tan variada como las nacionalidades representadas en la escuela. Fue otro espejo de la idea que cuentan los mitos; una única gran mesa, una única gran familia, una gran celebración, con la presencia de las enseñanzas que seguirán siempre, porque son los fundamentos, son el sendero que nos permite conocernos cada vez un poquito más.
También fue momento de celebrar el 20 aniversario del taller Urania, que tuvo la visita especial recibiendo a su fundadora, quien elevó su mirada a las estrellas, inspirando a muchos otros a mirarse también en el espejo del cielo estrellado, contemplando lo que está más allá de lo que se puede percibir, pero que es duradero siempre cuando miramos con los ojos del corazón. Cada vez que miramos afuera, debemos ser conscientes de que estamos mirando un reflejo de adentro.
En cada pequeño núcleo, en cada pequeña escuela de filosofía “a la manera clásica”, estará presente permanentemente una chispa inspiradora, que también llevamos en nuestro corazón, con la intención de transmitir a las generaciones que vendrán la búsqueda de una vida, de una existencia, más humana y completa.
La fiesta concluyó con entrega de regalos, música, baile y con ganas de seguir difundiendo la filosofía, participando en proyectos de voluntariado y disfrutar de más aventuras, aquellas que son buenas y verdaderas.
¡Feliz 44 aniversario, Barcelona!