Los alumnos de Nueva Acrópolis Barcelona visitaron Italia, comenzando por el sitio arqueológico de Cumas, que tiene fecha de construcción incierta, entre los siglos X y IV a. C.

Allí Eneas cumplía su destino acompañado de la ayuda del oráculo. El grupo de estudiantes  y docentes iniciaba un viaje que terminaría en los templos majestuosos de Paestum, pasando por la belleza del Museo Arqueológico de Nápoles y las ruinas que son testigo de la gran tragedia de la erupción del Vesubio: Herculano y Pompeya.

Los mitos encierran significados profundos, y los templos dan testimonio de lo eterno. La roca permanece vertical porque obedece a las leyes de la naturaleza, y el hombre que entiende esas leyes se beneficia de ellas construyendo monumentos que son aliados del tiempo.

Las esculturas, el arte, la delicada pintura de los frescos resisten a la implacable lava y al humo que llegan desde el cráter del monte Vesubio. Los frágiles seres humanos sucumben. De ellos, apenas podemos intuir sus historias leyendo los restos de sus ciudades arrasadas, pero preservadas en la oscuridad, soterradas.

Herculano y Pompeya son la herencia incalculable de conocimiento y tecnología que los diversos instructores dieron a conocer durante meses para poder transformar un pequeño viaje de cuatro días en una gran odisea por bellos y poderosos sitios.

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La novedad fue descubrir Neápolis, la nova ciudad, Nápoles, que ahora ya no es nueva, pero que sigue manteniendo kilómetros de canales, túneles y vías subterráneas, donde los grupos de turistas pasan por decenas. Qué fortuna poder hacer turismo con la mirada del filósofo, y con el respeto del que sabe que está pisando piedras muy sabias, cargadas de historias.

El sufrimiento y el dolor del año 79 d. C. están allí, pero también la fuerza, los sueños, la misma voluntad que tenemos hoy de desarrollarse y construir un lar, una familia, la tenían nuestros antepasados.

 

El alma se conmueve cuando reconoce en la arquitectura un orden universal, cósmico, la inteligencia práctica que obedece a una lógica que, por supuesto, favorece a todos y a la ciudad.

Ciertamente, todos los que han estado en esa pequeña aventura se han conectado con las preguntas fundamentales de las que debemos tener, al menos, algunas líneas escritas a lápiz con las respuestas:

¿Quiénes somos?

¿De dónde hemos venido?

¿A dónde queremos llegar?

¿Tenemos claro que estamos caminando y construyendo nuestra historia con cada paso, minuto a minuto?